Y tras un par de cervezas y unos cuantos mojitos empiezas a decir todo aquello que en un estado de sobriedad te quedarías calladita.
Fue entonces cuando se abrió la caja de pandora. La tormenta llegó y ni siquiera habíamos cogido el paraguas. Y por si no había tenido suficiente cagada monumental al llegar a casa, todos los rayos iban aquella noche directos a mí…
Secretos no tan secretos que empiezan a salir por la boca cuales lanzas en mitad de una batalla, palabras que duelen y verdades de las que no te querías dar cuenta y que por fin reconoces. Un circulo que se cierra, una historia a la que ya se le puede poner el punto final, y un momento en el que a pesar del dolor se puede estar orgullosa de haber puesto todos los puntos sobres las I.
Momento que llega tarde, bastante tarde, sabiendo que la vida son 2 días y 3 cafés porque esperar al último sorbo del último café, pero como bien dicen más vale tarde que nunca. La tranquilidad de saber que al final has hecho lo correcto y has dicho lo que debías de decir.
Salió la verdad, y como siempre ahora toca esperar las consecuencias, que bien merecidas las esperaré, así es la vida, y mientras que no salga más allá de donde debe me puedo dar por satisfecha. Ahora empezar de 0 una vez atado todo.
Qué difícil es decidir, y lo peor es darle vueltas a si lo has hecho bien o mal, pero así es la vida, unas veces toca ganar y otras perder, y ahora soy yo a la que le ha tocado el puesto final en la partida….
Solo tengo dos palabras más que agregar: perdón y gracias.
(Aunque siempre pensare si he perdido esos días irrecuperables del calendario)